Monday, November 14, 2005

El rey de los monstruos de la televisión


FERNANDO PEÑA. ACTOR
"No es para chicos." Esa es la frase que me producía irrefrenables ganas de ver una película cuando era chico. No me importaba el argumento, ni el director, ni los actores, me importaba el "no es para chicos".

Yo soy un monstruo de la televisión y escribí una obra de teatro acerca del tema, una obra insoportable, irresistible, la gente se levantaba y se iba, o se quedaba refunfuñando hasta el final, pero no le era indiferente. Los "freaks" en la TV son un tema viejo, y responden a la curiosidad sana pero no asumida de cada ser humano.

No les voy a develar nada con lo que les voy a relatar, ver la miseria y la carroña en un visor que está al alcance de la mano es una de las cosas más hermosas que me ha sucedido en la vida. Es tener la esperanza de que se caiga el trapecista, es el por qué se frena el tránsito cuando hay un accidente, o el reflejo que nos mueve cuando estamos en un restaurante y un amigo nos dice "no te des vuelta, pero atrás tuyo hay un tipo al que le faltan los ojos". Las corridas de toro y el boxeo también valen.

Cuando opinamos que es sanguinario y espantoso, ya pecamos, porque primero lo tuvimos que haber visto. Si yo ahora prometo que al final de la nota voy a contar algo tremendo de mi vida, seguramente usted va a ir directamente al final. Discovery Channel mide mucho más cuando muestra las diez catástrofes más espantosas de la historia, e Intrusos cuando muestra a Guido Süller llorando porque no pasó con su familia el 24 de diciembre.

¿Por qué la gente siente un placer horrible y contradictorio con la sola propuesta de tirarse en paracaídas? Porque la posibilidad de que no se abra, nos revive. A la vuelta se están matando a palos, y corren los vecinos. A la vuelta se está muriendo la abuela del almacenero que siempre nos fiaba, y nadie irá.

Mirar deformidades puestas en un televisor es exactamente eso: liberarnos de la culpa que nos produce que el hecho solidario nunca atrae, y sí atrae la carroña. Pero no es culpa nuestra, es culpa de la tele. Ni siquiera de Suar, Tinelli o Villarruel, ellos "son unos grandes, unos genios, la hicieron bien..." Somos tan inocentes y tan cretinos, que pensamos que la culpa la tiene el Noblex 20 pulgadas.

El voyeurismo es viejo y es casi más divertido que tener sexo. La curiosidad es un impulso imposible de reprimir, y el enojo del público al no poder cambiar de canal ante una imagen repelente es el enojo con uno mismo. Yo soy el rey de los monstruos de la TV. Usted, ¿puede cambiar de canal cuando ve mi cara?

clarin