Sunday, January 29, 2006

"NI LA MAS PUTA...", EN BUENOS AIRES Y MAR DEL PLATA




Hay que bancarse lo que venga Fernando Peña despliega su cinismo (y nudismo), confirma su versatilidad actoral y hasta se cruza con gente del público.
Atentos a la siguiente situación:
—Ey, ¿se van? —pregunta un hombre vestido de mujer desde el escenario—.
—Sí, nos vamos ofendidos —dicen padre e hijo—. Yo soy uruguayo como vos, y judío, y vos hablás pestes de los judíos —responde uno de ellos—.
—¿¡Sos uruguayo y encima judío!? ¡Ah, no! Estás cagado de verdad.
Acto siguiente, ya sin los dos espectadores en la sala del Multiteatro, Fernando Peña, al frente de la pieza "Ni la más puta", les dedica un bolero con toda su artillería cínica.
Después se supo que una de las dos personas que dejó el recinto es —o era— un admirador de Peña... ¿Entonces? ¿Cuál es la sorpresa? ¿O acaso se imaginó que su inefable verborragia coincidiría con la imagen de ese Peña de 8 años que aparece en el afiche publicitario? "Ni la más puta" es introducirse al Mundo Peña: en otras palabras, es presenciar lo imprevisible, escuchar lo inaudito... Es una partida de naipes, y su desarrollo depende de la calidad de cartas que el espectador reciba. Como lo sugiere el título, la pieza bien vale la pena, más allá de que resulte un deambular por aquí y por allá... Después de su primera aparición (silenciosa, seria, mirada shakespeariana), el polifacético actor caminará por la vera del escenario con su virilidad al descubierto como si nada. Pese a no ir hacia una determinada dirección, la atención/tensión será el común denominador de los 120, 140 o 150 minutos que pueda durar la obra. El actor mostrará su potencia escénica, su imponente presencia y su heterogeneidad al meterse en la piel de sus personajes de siempre... E irá calibrando la temperatura de acuerdo a cómo él vea que reacciona el público, con quien tiene un diálogo frecuente. Bah, diálogo es una forma de decir, porque nadie osa con seguirle el juego... Es verdad que Peña no goza de la aceptación de todo el mundo. Es más: alguna vez se dijo que "glorifica la podredumbre humana". Pero Peña es un buen actor, con actitud y una confianza inmensa para hacer y decir lo que se le plazca arriba del escenario. Como cuando afirma que es rico, famoso, poderoso, homofóbico, racista, odioso y demás perversidades. Vive rayando el límite, pero siempre desde la ficción, aunque no parezca.


LaRazon