Friday, May 05, 2006

"La gente me confunde con mis personajes"


Dice ser una persona que emana amor y que le gustaría revertir su imagen de monstruo desagradable. Aquí, el conductor de "El parquímetro" (Metro) y el actor de "Ni la más puta" presenta a sus "criaturas".

El querría entrar en un restaurante, por ejemplo, y que la gente lo saludara, le pidiera autógrafos, lo amara, en fin. Pero eso no ocurre, dice Fernando Peña, y se lo ve contrariado. Dice que cada vez que llega a un lugar, lo miran mal, cuchichean, comentan. Que le gustaría revertir esa imagen del "homosexual con sida", de "monstruo desagradable". Y que eso es, en parte, porque lo confunden con sus personajes. El pide una escucha desprejuiciada, "amorosa". Así habla mientras toma un vodka tonic en un restaurante del microcentro donde, en la puerta del baño de mujeres, alguien escribió: "Fernando Peña, ¡te amo!".

"Yo no maté a nadie, tengo un sida y un cáncer (en realidad, fue un linfoma producto del sida. N de la R). Puede ser que sea un poco justiciero, verborrágico y enérgico, pero la gente me tiene pánico, sobre todo los mayores de 30. Yo creo que es porque no me conocen, porque no escuchan mejor las cosas que digo". Dice, y se interrumpe para 'retar' a su perra caniche toy, Magdalena, alias Mono, que intenta salir del bolso donde su dueño la transporta. "¡Quieta!" Y la perra no vuelve a moverse. "Yo soy un tipo amoroso en el sentido literal. Yo amo todo —dice, y da como prueba:— Tengo cinco perras, dieciocho canarios roller, campeones, cantadores. Tuve veintisiete novios. Un tipo que vive así no puede ser un tipo que no emana amor.

" Además de molesto, se lo ve cansado a Peña. Es que después de la nota con Clarín tiene que ir al Multiteatro para una función de Ni la más puta, y ponerse en la piel de los personajes que, todas las mañanas, hablan en El parquímetro, el programa que conduce de 7 a 10 de la mañana en la Metro (FM 95.1), con Juan Butilovski en deportes, Hernán Murry, "el incisivo civilizado, la arpía del programa", el operador Pablo Zuca, "el 50 por ciento del programa", y un equipo de producción conducido por Diego Scott.

Cuando vos o tus personajes entrevistan a una figura pública, lo hacen con mucho respeto, pero cuando hablan con gente común, hay más agresión. Bueno, pero eso lo hace, por ejemplo, Dick Alfredo, que es un heroinómano, un tipo solo, pero un gran tierno, vive encerrado, es tan macho que no le importa ser pasivo, es muy loco, neurótico, perfeccionista, muy inteligente, con mucho mundo, entonces es un tipo muy vehemente. Pero la gente me confunde con mis personajes. A mí me molesta mucho, al punto que digo: "che loco, ¿no pueden volar un poco?" si es cuestión de jugar, ¿no? Pero también de Niní Marshall mucha gente pensaba que era bruta, como Catita. Cuando se murió empezaron a ver que era muy culta.

A veces hacés cosas que chocan a algunas personas, como cuando te desnudaste en la entrega del premio Personalidad del Año a Gustavo Santaolalla.

Lo único que le quedó a la gente fue que me puse en pelotas, cuando en realidad yo me desnudé, que es un concepto totalmente distinto. Uno se pone en pelotas cuando termina de hacer un deporte y se baña, o para tener una relación sexual. Pero cuando uno se desnuda ante un público, entrega el alma. Además lo hice con un texto: "Hacer el amor entre dos hombres es algo muy chocante. Yo que soy homosexual hace 43 años hay veces que no lo puedo soportar. Solamente Gustavo Santaolalla con su música tan hermosa podría apaciguar las imágenes y ponerle amor a esta película" (Secreto en la montaña, por la que Santaolalla ganó el Oscar). Ya estoy hace nueve años en el candelero y no puede ser que siga siendo el puto sidoso transgresor. Cuando voy al interior y me hacen notas, hablan del "polémico actor". ¿Siempre es el polémico actor?

¿No creés que cultivaste esa imagen?

Un poco. Dos años me lo bancaba, pero todavía no entienden el mensaje. ¿No entienden que yo me pongo en la carne del personaje siniestro para que se den cuenta de que estamos haciendo las cosas mal? ¿Realmente pueden pensar que yo soy Martín Revoira Lynch? Justamente mamé eso muchos años, me parece que es gente de terror, y lo que hago es mostrarla, pintarla, es una enseñanza a través del humor. Si yo no hago el humor que hago me tengo que matar, porque no soporto la opresión de este mundo.

Ahora, el oyente desprevenido, el que no sabe que Martín Revoira Lynch es Peña, se queda afuera...

Bueno, o entra en el juego o nunca entrará. A mí me escucha un 10 por ciento del país y, por lo me nos en Capital Federal, todo el mundo sabe de qué se trata. Tampoco llamo para decir cosas horribles. Ya sé que a a veces es un juego peligroso, pero es un juego.
Peña llama a sus personajes "criaturas": "Yo no puedo traicionar el discurso de cada personaje, y ahí es donde la gente se equivoca. Al principio, la gente me confundía con Delia, que tiene esa voz ridícula, de pito, y es capaz de decir que 30 mil desaparecidos fueron pocos. En el círculo ABC 1 en el que me muevo, hay mucha gente así." Y explica que, para diferenciar, creó el segmento El universo de Peña, donde cuenta su historia.

¿Cómo inventaste a cada personaje?

A Sabino, de un taxista que me levantó en Suipacha y Santa Fe. Palito nació de un taxi boy. La Mega, de mi infancia. Dick Alfredo, porque a mí me encantaría conocer un tipo como él. Martín, de mis compañeros de colegio. Jonathan Bermúdez, de un freak de Internet que había en un programa de cable. Milagritos, de una azafata de Panam. Roberto, de un peluquero de barrio que, cuando a los 16 años me escapé de mi casa en La Lucila y me bajé en Núñez, sin saber qué hacer, me llevó a vivir a su casa. Y nunca me tocó un pelo. Los top 3, dice Peña, son: "Martín, Roberto y Palito, y me llama la atención: el pobre, el puto y el oligarca, hay que ver qué nos pasa como sociedad. Son los que más pide la gente, y al mismo tiempo los que más critican cuando son reales. Es ahí cuando yo digo: loco, están todos enfermos. ¡El normal soy yo! Una locura".



clarin